jueves, 2 de junio de 2016

Uno siempre se enriquece de la sabiduría de los antiguos


    El admirado y célebre maestro de esgrima Tsukahara Bokuden atravesaba el lago Biwa cerca de Otsu (Shiga Ken) en una barca con varios viajeros, entre los que se encontraba un samurai pretencioso y vanidoso que no cesaba de vanagloriarse de sus grandes hazañas y de su perfecto dominio de la katana. Según él, nadie le había vencido en todo Japón, era un campeón indiscutible… Los viajeros le escuchaban entre admiración y miedo, aunque parecían creerse todo lo que explicaba.
      Bokuden estaba en la otra punta de la barca tranquilamente y no parecía creerse todas estas bagatelas. El soberbio samurai se dio cuenta y se acercó a Bokuden con tono desafiante, diciéndole:
- Tú también llevas un par de espadas. Si eres samurai, ¿por qué no dices nada al respecto?
      Bokuden respondió con parsimonia:
- No me siento aludido por tus hazañas. Mi arte es distinto al tuyo. No consiste en vencer a los demás, sino en no ser vencido.
      El samurai se rasco la cabeza y con dudas pregunto:
- ¿A qué escuela perteneces?
- A la escuela del combate sin arma.
- Entonces, ¿por qué llevas los dos espadas?
- Esto me obliga a ser maestro de mi mismo para no responder a las provocaciones. Es un desafío sagrado.
      Exasperado, el samurái insistió:
- ¿Y piensas de verdad que puedes combatir conmigo sin una espada?
- ¿Por qué no? ¡Incluso es probable que te venza!
      El samurai perdió el control, y gritó al barquero que remara hasta una orilla del lago. Bokuden sugirió que sería mejor que se acercara a una pequeña isla situada en el centro del lago, para no provocar una multitud de espectadores y así estar más tranquilos en el combate.
      El samurai aceptó. Cuando la barca alcanzó la isla en cuestión, el samurai se apresuró en saltar rápidamente a tierra y dispuesto a combatir desenvainó su espada con la mayor rapidez.
      Bokuden dejo muy tranquilamente sus dos armas bajo la custodia del barquero y se dispuso a desembarcar, cuando, en un instante, agarró la pértiga del barquero y empujando la barca, la dirigió aguas adentro alejándose impulsado por la rápida corriente de agua.
El samurái se quedó en medio de la isla gesticulando y gritando con una gran ira. Bokuden, con gran calma, se volvió hacia el samurái y le dijo:
- Te das cuenta, esto es vencer sin arma.

sábado, 14 de mayo de 2016

Malcom Tiki Shewan


Presencia del Sintoísmo en el Budo actual.


... El Sintoísmo es la religión del Budo. Esta íntima relación está presente en todas las escuelas de artes marciales y los rituales más fundamentales se han conservado hasta la actualidad incluso en las escuelas menos tradicionales, como el color blanco de los uniformes (del color blanco de las togas de los sacerdotes sintoístas. El blanco representa la pureza y la virtud). Quizás la más importante es el respeto al Kamiza, lugar donde está el Shinza o pequeño santuario, presente en las escuelas, y situado en un lugar preferencial; es en sí mismo un punto focal de energía y Kami para la escuela. Todo el Kami de la escuela, su esfuerzo colectivo e individual, está depositado en el Kamiza. Es el depositario del pasado y el futuro, del Kami que el maestro fundador legó cuando abandonó este mundo; su imagen o aquello que representa su presencia está presente en el lugar de práctica (Dojo) junto al Shinza. El Kami recibe el mismo respeto que el maestro e/o instructor.
Si bien el Sintoísmo es considerado como una religión, es un concepto muy diferente del occidental. No hay dogmas, ni objetos e instrumentos de culto, sólo un espejo liso suspendido en el santuario, símbolo del corazón humano puro y en calma que refleja la verdadera imagen de la divinidad. Podríamos decir que es una religión “no egoísta”, pues sus ritos no van encaminados a hacer peticiones si no a advertir simplemente de nuestra presencia. Es un reconocimiento de lo invisible en lo visible. El practicante da una palmada para avisar a los espíritus de su presencia y para mostrarles su respeto; es una llamada al Kami para decirle “estoy aquí”, nada más (“Kami-za” es “el lugar donde Kami se siente”)...